Imaginate cómo sería levantarte y que cómo es tu cuerpo no sea lo primero que te preocupe.
Poder usar la ropa que realmente te gusta, sin miedo ni vergüenza.
Poder conectar con los momentos importantes importantes de tu vida sin estar pensando en cómo se estará viendo tu cuerpo. Imaginate cómo sería empezar a salir en las fotos con quienes querés, dejar de tenerle miedo al verano y al espejo.
Conozco la sensación de estar siempre intentando cambiar algo, y que nada sea suficiente.
También sé lo cansador que es vivir con miedo a que otros juzguen tu cuerpo. A evitar ciertas ropas, ciertos lugares o incluso ciertas personas.
Ser siempre "la que saca la foto" porque te da terror salir en ella.
Pero sé, sobre todo, que no tiene por qué ser así. Que podés empezar a relacionarte con tu cuerpo desde un lugar más amable, más libre y más conectado con lo que realmente te importa.
Que tu cuerpo puede acompañarte a vivir la vida que soñas.